Con una palabra puedes llevarme al cielo,
pero también hacerme caminar por las sendas del infierno...
Tímido, lívido vacío.
En polvo radican tus ruegos, los pétalos y tu sonrisa
en un poema encendido en tus manos,
sus vanas sombras se posan.
En la triste tarde crepuscular; has decidido
la quietud.
En indolencia, en delirios continuos,
sucesivos. Indicios de horas en
aves que se alejan y se van,
trastornos que figuran fantasías.
En cualquier inmortal perdón.
En tímido, lívido vacío, mécete
en blanco silencio cuando se apaga la flor.