
Con una palabra puedes llevarme al cielo,
pero también hacerme caminar por las sendas del infierno...

Tímido, lívido vacío.
En polvo radican tus ruegos, los pétalos y tu sonrisa
en un poema encendido en tus manos,
sus vanas sombras se posan.
En la triste tarde crepuscular; has decidido
la quietud.
En indolencia, en delirios continuos,
sucesivos. Indicios de horas en
aves que se alejan y se van,
trastornos que figuran fantasías.
En cualquier inmortal perdón.
En tímido, lívido vacío, mécete
en blanco silencio cuando se apaga la flor.

una red de tentación que me quiere atrapar entre la vergüenza y la culpabilidad por haber pensado, sentido, deseado, y después haber pensado, sentido, deseado distinto; vergüenza y culpabilidad por mi inestabilidad e incongruencia. Pero en días como hoy, desde mi columpio tranquilo, venzo todas las tentaciones y simplemente acepto. Soy humana, sencillamente humana.